EMPRESA: Célula
Económica de la Sociedad
Mucho se ha reiterado: la familia es la base de la sociedad.
Así nos lo enseñaron y estamos de acuerdo.
Lo que no nos enseñaron, es que la empresa es la base
económica de la sociedad y por lo tanto, todo lo que atente contra la empresa,
atenta contra la sociedad misma. Si torpedeamos la familia, torpedeamos a la
sociedad entera. Si torpedeamos a la empresa, torpedeamos a la sociedad entera.
Así de fácil.
Alrededor del mundo 25,000 personas mueren de hambre al día
¿Queremos exterminar el hambre de la faz
de la tierra? No va a ser con conciertos de “Live Aid” como lo logremos (aunque
aportan un grano de arena de conciencia). Va a ser generando empleos. Para
generarlos necesitamos generar empresas. Sólo creando empresas será como el ser
humano saldrá de la miseria.
TODOS COMEMOS DE LAS EMPRESAS
Todos, todos, sin excepción alguna, comemos de las empresas:
los trabajadores, administradores, de cuello blanco u obreros de cuello azul,
perciben un sueldo de ellas, los vendedores perciben comisiones, los
accionistas dividendos, los burócratas
impuestos de ellas, los religiosos captan a su vez limosnas de la gente que
trabaja en empresas.
Una empresa puede ser saqueada por los propios dueños o
socios (de ahí el dicho de “empresa pobre, empresario rico”), por sindicatos
corruptos que la extorsionan, por los políticos que la sobrecargan de impuestos
impagables, por el robo de los mismos empleados, por un cliente que no paga un
pedido, etc. El caso es que al final, cuando muere una empresa pierden todos:
empresarios, sindicatos, gobernantes, empleados y sociedad entera.
Los japoneses usan la analogía de un árbol para explicar lo
que es una empresa, al cual hay que regar, fertilizar y vigilar su sano
desarrollo. El árbol nos da su sombra, sus frutos. De esos frutos comen todos,
por lo es absolutamente mandatorio cuidar el árbol por todos, gobierno,
empleados, empresarios y sociedad.
LAS EMPRESAS EN MÉXICO
En México desde principios del siglo XX y especialmente en
la etapa de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo se satanizó
al empresario, como un ser despiadado, poco menos que un esclavista negrero.
Muy curioso fue que nuestro sector empresarial se dejara acobardar y permitiera
asesinatos, abusos, expropiaciones. Lo que es peor, que se pisoteara su imagen
por parte de los gobernantes.
Pasaron años de ignominia, de humillaciones. En el
subconsciente colectivo se percibe aún al empresario como “el malo”, la ley federal de trabajo considera al
empleado como una “víctima” a la cual hay que “proteger”: se diseñó una ley
paternalista, que se sale del contexto mundial de competitividad y que lo único
que ha logrado es que haya menos empresarios mexicanos y extranjeros quieran
invertir en México. Esa ley, paradójicamente, es la que más perjudica a los
empleados y una de las mayores causas de desempleo. El trabajador está, tan,
pero tan protegido legalmente, que muy pocos empresarios se atreven a contratar
trabajadores de planta, creándose empresas de subcontratación de personal,
llamadas “outsourcing” para darle la vuelta a tantas exigencias del gobierno.
Los salarios no suben por decreto gubernamental o por buenas
intenciones, sino por la simple ley de la oferta y la demanda. Un trabajador en
Estados Unidos está legalmente muchísimo menos “protegido” que en México, sin
embargo, los trabajadores mexicanos son los que emigran a Estados Unidos y no
los trabajadores estadounidenses a México. En la práctica, las leyes
excesivamente protectoras del trabajador son el peor enemigo del empleado. Al
haber menos leyes “protectoras” del trabajador en Estados Unidos, más empresas
se instalan en ese país.
EL EMPRESARIO MALÉVOLO
Por otra parte decíamos que un empresario es mal visto ¿Hay
explotadores estilo el personaje de Charles Dickens, Ebenezer Scrooge? Sí
claro. Así como hay malos doctores, contadores, abogados, ingenieros, músicos,
etc. También hay empresarios nobles, altruistas y de gran calidad humana. Sin
embargo, sigue siendo cierto que la única manera de aumentar los sueldos de los
trabajadores es creando más empresas, que absorban cada vez más empleados y
hagan que esos empleos coticen más alto. Si hubiera más competencia por
conseguir empleados, los empresarios, aún los explotadores, estarían forzados a
mejorar las condiciones de trabajo y los salarios.
Claro que hay barones del poder, empresarios mafiosos,
explotadores, grupos empresariales no-éticos, monopolios y oligopolios. Se
necesita abrirlos a la competencia para que existan muchos más competidores, y
al haberlos, se mejoren las condiciones laborales de los empleados. Hay que regular
la competencia en casos de que haya mafias empresariales que fijen de precios
de manera oligopólica a los consumidores. Esto es particularmente importante en
el caso de hospitales y universidades privadas, que se ponen de acuerdo entre
sí para elevar artificialmente los precios hasta niveles ridículos.
La ley que debería de haber, es la que impidiera postularse
un candidato a un puesto de elección popular si no ha creado empleos para sus
semejantes. Es mucho más difícil crear un puesto de trabajo que absorberlo. Es
una experiencia que deberían de haber tenido obligatoriamente todos los
gobernantes para que vean lo que se siente y lo difícil que es crearlos y
mantenerlos. En México hemos tenido gobernadores, diputados y senadores pasando
desde cabareteras hasta narcotraficantes, pero muy pocos empresarios, quienes
tienen por lógica más visión para sacar al país adelante, ya que muchos lo
lograron en su pequeño cosmos, que fue su empresa propia.
MAQUILADORAS, INICIO DE LOS TIGRES
Otro punto son las empresas llamadas “maquiladoras” como
fuente de explotación por los bajos sueldos que pagan. Muchas operan en
situaciones de esclavismo y condiciones insalubres, por lo que habría que
regularlas en esos sentidos. Han habido “intelectuales” que han sugerido que se
eliminaran esas empresas, a lo cual habría que preguntarles a ellos ¿quién va a
dar empleos a esas gentes y sustento a millones de familias? No van a ser los
intelectuales fumando pipa en la comodidad de sus casas precisamente.
Casi todos los países en Asia se han desarrollado empezando
con maquiladoras para después despegar económicamente (siempre y cuando los
gobiernos administren bien los impuestos a favor de la sociedad, no de sus
bolsillos y los mantengan bajos para promover la instalación de nuevas empresas
no maquiladoras). Cuando una maquiladora se instala una comunidad empieza a
florecer, dado que se construirá infraestructura, los empleados que aprenden
administración y tecnología pueden después independizarse y abrir ellos mismos
sus propias empresas. Las maquiladoras no pagan adecuadamente, es muy cierto,
pero es un primer paso para generar economía productiva, como lo demostraron
todos los “Tigres Asiáticos”.
México, Latinoamérica y el planeta tierra entro necesitan
urgentemente empresas que alivien la pobreza. La única medicina para el
tercermundismo y la miseria es la creación de árboles de frutos económicos.
Pero, increíblemente, la sociedad en su conjunto no tiene este paradigma y por
lo tanto no reaccionamos con la velocidad que requerimos para sacar de la
pobreza a más personas. Los políticos no tienen el concepto de la empresa como
célula del tejido económico. En México la mayoría pertenecen a un sector
parasitario, es decir, agregan costo, pero no valor. Luchan para más
“conquistas laborales”, pero no luchan por mayor creación de empresas.
CREACIÓN DE EMPRESAS EN NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO
Nuestro sistema educativo, desde la primaria a posgrados no
está diseñado a apoyar la creación y sostenimiento de empresas. Los profesores
en su vida laboral en su enorme mayoría, al 98-99% sólo han absorbido empleos,
no los han creado. Por lo cual no parecen estar muy cualificados para hablar o
enseñar del tema.
Los empresarios no son necesariamente la gente mejor o más
espiritual, más dotada o más inteligente que los no-empresarios. Pueden serlo o
no. Lo que sí, son tomadores de grandes riesgos, gentes amantes de la acción
que hacen que las cosas sucedan, se atreven a intentar, y en ese sentido deben
de tener reconocimiento.
No todos los niños querrían ser empresarios, por supuesto.
Ya que el oficio de ser empresario conlleva una enorme presión y
responsabilidad. Más alta de lo que alguien que no haya tenido esa experiencia
en carne propia, se pueda imaginar. Un empresario arriesga su patrimonio, su
tiempo, su estilo de vida como la llevaba, la mayoría de veces, pierde y pierde
en grande. Muchas veces el empresario arriesga aún la vida misma, es sujeto de
robos y asaltos. Ahora mismo México se ha convertido en un paraíso de los
secuestros y los empresarios como objetivos preferidos.
Habrá niños que quieran, por su carácter natural, tener
menos presión, o que no se les dé el don de mando, algunos pueden tener un idea
de tomar riesgos menores, eso está bien y así debe de ser; es la personalidad
natural de mucha gente. Lo que no está bien, es que no les mostremos cómo crear
empresas, que no les demos un menú donde ellos puedan elegir el ser
empresarios, profesionistas individuales o empleados, con los pros y contras
que tiene cada diferente camino. Es terrible es que a nuestros niños les sea
ajeno el tema de creación de empresas. El equivalente sería que a los niños de
la era agraria no les hubieran enseñado a cosechar y a los niños de la edad de
piedra a cazar.
En nuestro sistema educativo debería ser básica la materia
de creación de empresas para que los alumnos se puedan defender de la vida y
tengan los elementos necesarios para hacer crecer el bienestar de la sociedad.
Si no es así, ¿para qué sirve entonces la educación? Como segundo objetivo, el
promover cultura general a los estudiantes. Si sólo se enfoca actualmente en
dar cultura general, no se justifica lo que están invirtiendo los padres en
dinero y los niños en su tiempo. Ese hecho de no crear la materia de
emprendimiento nos retrasa enormemente como sociedad.
LOS ESFUERZOS DE UN EMPRESARIO
El sentido del tiempo es diferente para un verdadero
empresario: siempre tiene el sentido de urgencia prendido a tope, no conoce
muchas veces el día festivo, ya que por un lado
disfruta lo que hace, ya que considera que se está divirtiendo en lo que
le gusta. Pero por otro, siente la enorme presión de mantener a su propia
familia y las familias de los trabajadores. Depende sólo de sus propias
fuerzas.
Nosotros vemos cómo los empresarios ponen 12, 14, o más
horas diarias al su esfuerzo de lunes a domingo en sacar adelante su proyecto,
que, por otra parte, no tiene ninguna garantía de éxito. Es un trapecista que
no tiene una red de seguridad debajo por si cae. Sólo 3 de cada 100 empresas, a
nivel mundial, sobrevivirán 10 años después de su creación. Es un riesgo demasiado
fuerte para muchos.
Los empresarios son líderes por excelencia, tomadores de
riesgos. Empresarios fueron exploradores como Cristóbal Colón, comerciantes
como Marco Polo, inventores como Thomas Alva Edison quien le heredó la luz
eléctrica a la humanidad, quien comercializó más de 1,200 patentes en los
Estados Unidos. Gente totalmente creativa.
En resumen, una empresa es la célula del tejido económico,
un árbol de frutos. Todos, sin excepción alguna, comemos de las empresas. Tener
más empresas es la única manera de salir de la pobreza. En las escuelas debería
ser mandatorio enseñar emprendimiento desde el primer nivel.
No hay que satanizar a los empresarios. La gran mayoría no
son barones de poder que administran monopolios u oligopolios, sino pequeños
productores o distribuidores que arriesgan todo su patrimonio por sacar
adelante a sus familias. Muchas veces arriesgan la vida. Un buen empresario es
lo opuesto a un ladrón: el empresario gana por generar valor a la sociedad que
sirve; el ladrón gana por quitar valor a la sociedad que perjudica.
Derechos Reservados, Ing. Gerardo Herrero Morales, 2016.
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